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Transformaciones físico-químicas de la propia imagen. 

Parte del trabajo de tesis que me permitió reflexionar acerca de las alteraciones físico- químicas que se produjeron en las fotografías, en el material y en el objeto fotográfico, como en el papel y la tinta. Además las alteraciones o modificaciones que se produjeron en el material intervinieron a nivel de sentido en las fotografías como los recuerdos, hechos y vivencias.

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        Mi propia imagen ha mutado a lo largo del tiempo, se ha transformado y lo sigue haciendo al igual que estas fotografías. La materia o cuerpo físico, la manera de pensar y entender el mundo, también están sometidos a cambios constantes, algunos de tipo químicos, otros físicos y otros a nivel de pensamiento. Es por esta razón que me dispuse a jugar con algunas experiencias ya realizadas, pero sobre mi propia imagen, para hacer visible de alguna manera las transformaciones tanto en la materia y en los recuerdos, como en algunas vivencias de mi vida.

         Las alteraciones físicas y químicas que utilicé en las fotografías, afectaron tanto los papeles -soporte- como las imágenes -a nivel de sentido-. Estas transformaciones perturban la representación de la imagen tal como la imaginaba o concebía. Los recuerdos y vivencias  de los que hablan comúnmente las fotos se ven en estas experiencias modificados ya que aparecen otros sentidos, memorias y asociaciones. Para cada fotografía perteneciente a una etapa de mi vida utilicé y vinculé una operación físico-química que ha actuado como disparador de reflexiones y contenidos que en apariencia la imagen no tenía, ya que sólo representaba un momento cronológico asociado a un hecho específico. De esta forma las operaciones químicas y físicas se transforman en operaciones retóricas sobre las imágenes, potencian los contenidos, producen comparaciones, elipsis, hipérboles, metáforas que aparecen luego de operar sobre las fotografías.

         Así, la mayor parte de las fotografías de mi infancia las congelé con la operación de solidificación convirtiendo agua en hielo, las intervine de esta manera para tratar de detener lo imposible, el paso del tiempo, y de contener simbólicamente una etapa de la vida. Pero al tratar de hacerlo la fotografía se alteró, cambió rápidamente, y la imagen en muchos casos quedo difusa, oculta, borrosa, imprecisa, como el recuerdo y la memoria que no son muy nítidos en muchos de los casos. Ahora, esas imágenes sin nitidez conservadas en bolsas herméticas, hablan de lo que recuerdo que fui, más de lo que esas fotos mostraban.

         El proceso físico químico ejecutado sobre la imagen potencia la noción de memoria, hace hablar a la imagen de otra forma. La necesidad de conservar momentos es parte constitutiva de la operación fotográfica, a lo que sumo la operación de “congelamiento” de la imagen. O sea, un momento “congelado” dos veces que intenta retener lo imposible: lo que ya sucedió, lo que recuerdo y lo que ya no recuerdo. Podría decir que son imágenes que trabajan con la hipérbole como figura retórica. La exageración potencia sentidos que la imagen ha disparado luego de haberla “transformado” y cambiado de contexto.

         El retrato es el objeto al que se somete a diversas transformaciones durante las experiencias realizadas en este trabajo. Tradicionalmente el retrato, que es uno de los géneros artísticos que ha perdurado por varios siglos, ha respondido a diversos intereses, por ejemplo la idea de eternizar la imagen en el tiempo, y esa subsistencia asociada al poder simbólico y de distinción del representado en determinado momento histórico. También ha existido la inquietud de preservar las imágenes de los seres queridos y las propias, cuestión que se desarrolló cada vez con mayor fuerza con la popularización de la fotografía. De esta manera, los retratos fotográficos asumen ciertas funciones, que anteriormente tenía la pintura y el dibujo, como recoger los momentos importantes, dar testimonio, documentar, o servir de memoria familiar y colectiva.

        

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         El trabajo de intervención y transformación que he realizado sobre los retratos personales es un trabajo sobre la propia imagen que los convierte, de algún modo, en autorretratos. Las fotografías seleccionadas fueron tomadas por otras personas, forman parte de una colección o álbum familiar, práctica generalizada en nuestro contexto que acompaña la imagen familiar construyendo una historia y una imagen del grupo y de cada uno de sus integrantes. Al apropiarme de los retratos e intervenirlos con sentidos específicos se convierten, de algún modo, en autorretratos. Ahora se trata de representaciones que me definen desde mi propia intención y construcción significativa, a la vez que durante el proceso de transformación de las fotografías surgen sentidos no previstos que se incorporan a la imagen.

         Continuando con la explicación de los procesos realizados, las fotografías de la adolescencia las expuse al fuego directo con la operación de incineración, tratando de procesar una etapa que recuerdo difícil con conflictos internos y pérdidas. Las fotografías se hicieron cenizas hasta hacerse irreconocibles. Este proceso físico químico se asocia quizás a un proceso ritual al que sometí las imágenes confiriéndoles un nuevo estado, intentando volver en el tiempo para transformar aquello que sucedió y que aún sucede en lo que me representa la imagen. Estas cenizas sustituyen el significado de la imagen, en este sentido serían metonímicas al decir que las cenizas “son” aquellas  imágenes fotográficas de la adolescencia. Otra vez, la operación de laboratorio potencia el sentido y otorga otros nuevos que no suponía previamente que aparecerían. Conservar las cenizas es como conservar la fotografía, ya que ésta última también es sólo un resto de lo que fue un momento determinado. Así, podría asociar y asemejar la noción de fotografía a la de ceniza.

         Las imágenes de la juventud las sometí a hervor empleando la operación de ebullición porque las conecto con un período de mucha actividad, movimiento, celeridad y cansancio. La ebullición produjo roturas en las fotos por la actividad constante del agua hirviendo. Las imágenes presentaron gran fragilidad por lo que se despedazaron en fragmentos pequeños, que luego traté de unir y conservar en una bolsita hermética. Nuevamente las intervenciones en las fotos le otorgan nuevos sentidos a las imágenes de mi juventud, las roturas que por partes interrumpen a cada imagen hablan metafóricamente de una etapa que recuerdo provocó algunos quebrantamientos.

         El trabajo realizado sobre las fotografías previas al cambio de residencia, ha sido con la evaporación de etanol (alcohol) con el agregado de diferentes colores de tintas. Esto se debe a que vinculé la sensación de inestabilidad personal debido a múltiples cambios de diverso tipo, con la impresión de volatilidad. En los procesos las imágenes fueron expuestas al etanol y a las tintas de diferentes maneras: unas de forma directa por lo que sumergí las imágenes en ambos materiales, otras los absorbieron ya que acerqué las imágenes por sus bordes al etanol pigmentado, algunas fueron expuestas primero a las tintas y luego agregué el etanol y viceversa, también se utilizaron dos o más colores de tintas. Las imágenes se alteraron de formas diferentes, algunas absorbieron más tinta que otras, unas se tiñeron de manera uniforme, también lo hicieron por partes, en algunas se visualizan más manchadas en la imágenes que en las demás, pero a pesar que cambiaron de color, estas continúan viéndose, como si tuvieran “transparencias” o “velos” de diferentes colores. Así en los resultados se observan cambios de estado en las imágenes, las tintas reaccionan al etanol, tiñendo, transformando y alterando de diferentes formas las fotografías. De manera que relaciono metafóricamente los cambios en las imágenes, producidas por el etanol pigmentado, con los cambios que ocurren en mi presente que me transforman de diferentes formas.

         El trabajo realizado ha sido un modo de operar sobre la memoria, sobre mi propia memoria, sobre los cambios y la fragilidad de la vida. Las operaciones de tipo químicas y alquímicas han sido herramientas y formas de trabajo que han permitido activar sentidos en las imágenes. La experiencia del trabajo sistemático en laboratorio con mi propia imagen, y con mis propios recuerdos (transformando la imagen y su contenido) sería de algún modo una experiencia alquímica, de transmutación, de cambio de una cosa en otra. Los resultados son más potentes de lo que había esperado que fueran, ya que la imagen me conmueve con una profundidad inesperada, porque anima a mi memoria a recordar, a pensar en lo que fui, en lo que viví,  en lo que soy. 

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